Una odisea por los vinos del fin del mundo con escala en Ribeira Sacra

[vc_row css=\”.vc_custom_1442846960462{padding: 0px !important;}\”][vc_column][vc_column_text]Pie de Foto/Créditos: Anabel Carrión
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Lunes, 13 de Abril de 2015

LUIS DIAZ | Publicado en La Voz de Galicia

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Entre copas -la película del 2004 de Alexander Payne- y Galicia entre copas -el libro que acaba de publicar el bloguero Mariano Fisac- son viajes enológicos aparentemente dispares. Sideways, título original del filme y de la novela en la que se inspira, discurre en el valle californiano de Napa. Dos amigos inmersos en la crisis de los cuarenta liberan allí sus frustraciones con el vino como pretexto. Uno busca la sofisticación, el pinot noir de sus sueños. Al otro le vale cualquier variedad, solo quiere ligar y pasárselo bien. Puesto a escribir sobre el viñedo del fin del mundo, el mensaje de Entre copas ha seducido a Fisac.

«Es una película que me encanta. Un friki que viaja junto a un amigo que tiene una visión del vino totalmente distinta. En el libro busco abrirme a esas dos perspectivas, a los que saben y a los que no le interesan marcas ni variedades», explica el autor.

El mundo vino es la gran pasión de este abogado afincado en Madrid, que no pierde de vista las raíces gallegas a la hora de alimentar su bodega. Esa inquietud le impulsó en el 2008 a crear el blog Mileurismo Gourmet. «Era un seguidor de los blogs que se hacían en Galicia: Louzán, Jorge Guitián, Capítulo 0… Veía comentarios de restaurantes y vinos caros y pensé que también tenía algo de decir. Me puse a compartir historias con la gente de mi poder adquisitivo. Trato de seguir en la misma línea, pero si voy a Can Roca también lo cuento», dice Fisac.

Los blogs quizás no son lo que eran. No permiten a sus autores interactuar del mismo modo con quienes les siguen. La efervescencia se ha trasladado a otros foros y las visitas se resienten. Mileurismo Gourmet, sin embargo, se mantiene vivo. «Está en decadencia, por eso me gusta más», apunta Fisac. Y su artífice intenta no desviarse de una manera de ver el mundo del vino alejada del elitismo. «Hay que quitarle complejidad a la comunicación del vino. Utilizar el lenguaje que mejor llegue a cada uno, un poco en la línea que sigue [Xosé Lois] Sebio con sus ribeiros. Todo lo que sirva para atraer a la gente joven me parece estupendo, es lo que intento en el libro. Los vinos de fincas de Guímaro son frescos y atrevidos, me parecen muy roqueros. Los de Pradío tienen un punto mineral, los veo más soul», apunta.

El mito atlántico

Guímaro y Pradío son dos de las escalas en Ribeira Sacra de su viaje por los vinos del fin del mundo. Pero hay más: Dominio do Bibei, Algueira, Régoa, Viña Regueiral y Sílice Viticultores, Ponte da Boga, Pincelo y Diego de Lemos? ¿Vinos atlánticos? «Antes del viaje estaba más convencido de ese perfil. Creía en una sola Ribeira Sacra y me encontré varias, tantas como suelos y microclimas. Ahora que se discute el concepto de mineralidad en los vinos, en Ribeira Sacra es evidente que resulta difícil de obviar», responde el autor del libro.

En esa diversidad radica, desde su perspectiva, uno de los puntos fuertes de los vinos de esta zona. «El potencial de Ribeira Sacra siempre estuvo ahí, el problema es que en el último siglo se ha hecho una viticultura de subsistencia y no de calidad. A diferencia de lo que pasó en Borgoña, Mosela o el Piamonte, ha pasado desapercibida». ¿Y el futuro? «Está todo por hacer -prosigue Fisac-, es absurdo ponerse límites. No entiendo por qué el vino que lleva más mencía es mejor que otro de una ubicación que le da carácter especial. Hay que tener más ambición, dejar trabajar a los más inquietos».

«Creía en una sola Ribeira Sacra y encontré tantas como suelos y microclimas»

Una filosofía de intervención respetuosa con el viñedo

Galicia entre copas se define en la portada como un viaje por los mejores vinos del fin de mundo. El contenido es más lúdico y menos apocalíptico de lo que se podría pensar del título. Mariano Fisac escribe «con sencillez y simplificación» sobre sus bodegueros predilectos y el contexto vitícola de sus respectivas zonas. Más que de variedades ideales, como sucede en la película que le sirve de inspiración, el suyo es un peregrinaje en busca del rostro humano que está detrás de esos vinos singulares.

«Sin la mano del hombre, la viña se vuelve salvaje y el vino vinagre. Las decisiones del viticultor marcan el vino. Hablar de mínima intervención queda muy bien, pero hay decisiones que son fundamentales. La poda, macerar más o menos… Busco una filosofía de intervención respetuosa con el entorno. Que no haya que compensar en la bodega, a base de levaduras de laboratorio, las carencias en la uva por el uso de herbicidas o sistémicos», explica el creador de Mileurismo Gourmet.

Doble lectura

El libro de Fisac tiene, como reconoce el autor, algo de cada uno de los protagonistas de la película Entre copas. Por veces, se pone en la piel del friki que reniega de esnobismos. «No es necesario saber de vino para disfrutarlo», avisa en la introducción. Pero a renglón seguido hace un guiño a los lectores más inquietos: «Si pese a ello quiere saber de vino, solo hacen falta ojos, nariz, boca y algo de tiempo».

Provisto de esas herramientas, se ha decantado en su viaje enológico por elaboradores que tienen un denominador común por encima de sus diferencias. «En todas las zonas hay una punta de lanza que me parece mucho más interesante que los que solo buscan competir en precio con grandes volúmenes», resume.

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