El Camino Primitivo lo inician en León quienes deciden abandonar el Camino Francés para, de paso que van a la ciudad del Apóstol, desviarse y venerar el relicario de San Salvador en Oviedo. Así pues, del Hospital de San Marcos en León se dirigen a Arbas del Puerto, Pajares, Pola de Lena, y de Mieres del Camino hasta llegar a Oviedo por la Rebollada. Tras ver la Cámara Santa ovetense, retoman su ruta por Escamplero, Peñaflor, Grado, La Cabruñana, Cornellana, Salas, Tineo, Pola de Allande y, al fin, cruzan el puerto del Acevo para entrar en Galicia. A través de Fonfría, A Proba de Burón, Palfito, A Fonsagrada, Paradavella, Baleira, A Esperela, Fonteo, Vilalle, Vilabade, As Penas de San Lázaro, Soutomerille, Romeán, Bascuas llegan a la ciudad romana de Lugo. Después de la visita a San Froilán en la catedral, o tras contemplar las espléndidas iglesias de San Miguel de Bacurín y Santa Eulalia de Bóveda, el Camino continúa por San Román da Retorta, Toques y Abeancos, para desembocar en Melide, donde se une de nuevo con el Camino Francés hasta llegar a Compostela.
Los diversos elementos que constituyen el medio físico de los valles cántabros y vascos muestran, tras una aparente homogeneidad del paisaje regional, una rica variación de combinaciones. Desde las plataformas costeras, de relieve ondulado y suave clima, hasta los espacios de montaña que, por sus pendientes, resultan hostiles a los asentamientos. Ambos territorios encierran contrastados ecosistemas, dentro de los cuales se asentaron las comunidades rurales tradicionales. El medio físico podía llegar a ser altamente condicionante de sus formas de vida, hábitat y comunicación.
El estudio de la infraestructura viaria en el País Vasco y en Cantabria ha estado olvidado hasta época reciente. Los volúmenes Camino Norte I (País Vasco), Camino Norte II (Cantabria) y Camino Norte III (Asturias-Galicia) se basan principalmente en una aproximación documental, intentando reconstruir, a pesar de los grandes vacíos cronológicos y documentales existentes en los dos territorios, no solo la posible existencia del Camino de la Costa, sino también los diferentes ejes vertebradores desde los puertos del litoral cantábrico hacia el Camino Francés