El escritor fenés presenta en Madrid su nueva novela, «Al rey de los ángeles»
«Cuando llegue mi hora, y esté ya al otro lado del río, me gustaría mucho ver a Cervantes, y poder darle la mano». Con esta emocionada afirmación culminó este miércoles escritor y periodista fenés Ramón Loureiro el homenaje al autor del Quijote que quiso que fuese la presentación en Madrid de su última novela, Al rey de los ángeles (Hércules de Ediciones). Acompañado del director de la Casa de Galicia, José Ramón Ónega -su anfitrión-, el poeta César Antonio Molina, el novelista Ramón Pernas y la editora Laura Rodríguez, Loureiro quiso incidir en una idea fundamental: «Todos estamos en deuda con Cervantes, absolutamente todos; también los que no lo han leído, claro», y con ello pretendía ir mucho más allá del hecho de que su nueva obra haga reaparecer el manuscrito del Quijote, acontecimiento que, nunca lo dudó, tenía que suceder en Mondoñedo. «Soy un gran devoto de la obra de Álvaro Cunqueiro», arguyó. «El oficio de vivir puede ser muy duro, a veces. Pero si llevas un ejemplar del Quijote contigo -ahondó-, siempre tendrás un lugar al que volver, aunque la vida te haya cerrado todas las puertas».
Al rey de los ángeles -la quinta novela que ha escrito en castellano- es un libro repleto de humor y de melancolía, en el que, a través de la ironía de las máscaras de la ficción, se invita sosegadamente a reflexionar sobre «la deshumanización que caracteriza este tiempo de hierro que nos ha tocado vivir». En este sentido, defendió Loureiro, «al hombre no puede arrebatársele el derecho a soñar».
Y ahí es donde su responsabilidad como veterano narrador juega un papel muy relevante: «Creo que uno tiene la obligación de intentar hacer lo mejor posible aquello que mejor sabe hacer», señaló.
Porque, a la postre, contar historias es una vocación pero también un compromiso. Recordó Loureiro lo que algunos como Carlos Casares, con su enorme talento, han logrado: «Con su obra consiguió que Galicia fuese infinitamente más grande en el corazón que en los mapas», ensalzó.
Loureiro, con su presencia ayer en Madrid, trataba de afianzar esa callada labor.